Licencia Creative Commons

jueves, 20 de julio de 2017

Decir Tarot


Decir de tarot es, en principio, hacer referencia a una categoría muy especial de juego de cartas. Es decir, un mazo de naipes, sí, pedacitos de cartón, que pueden tener forma rectangular, circular, triangular, etc., con una representación muy especifica de un lado, y del otro alguna figura no siempre específica y generalmente repetida en cada una de las cartas, que suele llamarse reverso. Claramente para ver qué es un tarot y qué no, la parte interesante es la primera [aunque también hay muchos reversos de los que se podría hablar mucho].


La diferencia entre un mazo de tarot y todo lo demás que tenga forma de mazo de cartas es, como decía, una representación específica, que en este caso particular ha dado en llamarse “Arcanos Mayores”, dejando implícita la referencia  que se da por simple deducción: si hay mayores lo serán respecto a menores, lo que de por sí ya origina una serie de descripciones o definiciones bastante confusas, en el sentido de que no por ser “correctas” significa que sean del todo ciertas. 


Por ejemplo:  La palabra «Tarot» usada en la actualidad en la mayoría de los idiomas, es el término francés que denomina al «tarocco», juego que –hasta donde sabemos– apareció por primera vez  en el norte de Italia a principios del siglo XV y que está compuesto por 78 cartas, formadas por 22 «triunfos» o Arcanos Mayores y 56 menores, que a su vez están divididos en cuatro  especies o palos: oros, copas espadas y bastos [Waite Edith, El Tarot Universal de Waite, editorial Sirio, 2006, pág. 8]. 


Ejemplo que aun siendo el libro más a mano en mi biblioteca en este momento, se muestra  coincidente al común de las descripciones que aparecen en los libros que suelen venir añadidos a los mazos de tarot propiamente dicho que hacen referencia al término y lo que éste describe, a la venta en librerías de hoy en día. Coincidente también a las definiciones que más abundan surfeando la web, a veces intentando agregarle derivaciones míticas originarias, con la que es sano discutir, porque como bien dice Victoria Mateo “hasta prueba en contrario, el tarot fue inventado en Italia, más o menos en el siglo XIV, de eso hay pruebas, de lo demás no”, añadiendo también más a menudo de lo necesario la palabra “adivinación” o “sistema de predicción” con el que también es sano discutir, ya circunscribe a todo aquel que se dedique a su estudio y profesión dentro de la rama de la cartomancia, que ser un uso bastante arraigado dentro de la práctica, no lo convierte en el único posible. 


Razón por la cual se discute, de hecho, cada vez que al  difundir, celebrar y compartir el día de quienes se dedican al tarot, se puede entrever que todavía sigue habiendo quienes dicen “da del taromante”, que como bien dice Liliana Cavallini es referencia directa a la mancia, en vez del término “TAROTISTA” siendo que el sufijo –ISTA, compartido con palabras como artista, para denominar la profesión, a diferencia de la palabra que, como bien dice Liliana, somos defensores de cambiar “taromante” (tan sectorial y cuyo significado real remite a “adivinación a través del tarot”, para lo cual ya estaría “cartomante”) por el que describe más a los cultores del tarot: tarotista


[http://tarotmisteriosdevelados.blogspot.com.ar/2016/11/aniversario-del-dia-del-tarotista.html] 

Diferenciación importante, aunque desdeñada por todos aquellos que todavía niegan que palabras designan conceptos singulares y particulares, que las arraigan a estructuras propias, y ya no sólo solamente dentro del submundo que circunscribe a los tarotistas en particular.
  

Y más allá de que sí se pueda ir rastreando las palabras que iban antecediendo y dando origen a esta de la estamos hablando ahora –siendo mi preferida el que la conecta con la palabra IDIOTA[1]– el problema no está en la palabra en sí, sino  en que una vez dado en denominar Tarot al juego este de cartas, la denominación las partes que lo conforman tiende a ser menos controversial y por lo tanto más necesaria su discusión.



Ya sea por uso común, o por necesidad de quienes esgrimen el desdén a todo lo concerniente al uso de esta baraja como juego –mutilando de esta manera la forma más directa de aprehender su contenido– se ha dado en llamar a cada una de las láminas Arcano, que etimológicamente significa secreto, misterio o que permanece cerrado y oculto, como si de por sí hubiese algo misterioso, cerrado y oculto en cada una de sus laminas, cuando lo más divertido del juego es que todo está sobre la mesa, para que cada uno juegue a encontrar las asociaciones que responden a cada lamina en particular, ya sea dentro de la convención que viene planteada desde su estudio, como dentro de la interpretación propia que va a ir agregando matices a medida que se va internalizando el contenido de las imágenes, cada vez que se ven en su conjunto, jugando en distintas posiciones, atendiendo cada vez tanto cada detalle en particular, como en los significados que se van hilando al observar como ha quedado el conjunto esa tirada, de ese momento para otra vez volver a encontrar asociaciones nuevas y nuevos detalles no apreciados previamente, que siempre es para mí lo que hace al juego cada vez más divertido e interesante. 


Aunque la diferenciación, como se mencionaba arriba entre arcanos mayores y menores  puede plantearse, desde una perspectiva más actual,  en tanto juego, o una lucha si se quiere, de poder, donde el victorioso es el mayor, o como también se los puede llamar –aunque como termino circunscripto a esta baraja ha caído bastante en desuso– los “triunfos”, que etimológicamente se refería a la condecoración dada a los soldados romanos que volvieran victoriosos luego de matar  cinco mil soldados enemigos, con lo que se estaría dando cuenta todavía más de este juego o lucha, en el que la principal condecoración que reciben los también llamados Arcanos Mayores  es, desde la perspectiva más actual, lisa y llanamente el haberse constituido como la condición sine qua non para que un mazo de cartas pueda llamarse y ser considerado tarot.



Con esto quiero decir que si, y solo si, un mazo de cartas contiene a los denominados Arcanos Mayores, éste podrá ser considerado Tarot. De los infinitos mazos de cartas habidos, incluidos los  generados para exclusivo uso oracular, solo aquellos que tengan la estructura que contenga los 22 arcanos mayores, podrá ser denominado Tarot. 


Donde, a su misma vez, lo importante de estos 22 arcanos, es la estructura específica que les da forma, pudiendo cambiar el nombre, o en algunos casos específicos incluso la numeración[2], pudiendo cambiar algún detalle en sus asociaciones simbólicas, conforme vayan siendo añadidas según la raigambre sociocultural e interpretación particular de cada autor, pudiendo cambiar el color, la forma o incluso los personajes, pudiendo cambiar casi todo EXCEPTO la estructura arquetípica de cada uno de ellos. 


De hecho, si por alguna razón particular se quiere dividir el mazo de 78 cartas que mencionaba la cita del principio entre arcanos mayores y menores, los mayores en su conjunto y por sí mismos podrían seguir siendo denominados Tarot, en cambio los menores no, porque lisa y llanamente sin arcanos mayores no existe el Tarot, en cambio sin arcanos menores sí.   


De ahí que la cita que nombraba en el principio, no por “correcta” quiere decir que sea del todo cierta, ya que asume que el tarot está compuesto por 78 cartas, formadas por 22 «triunfos» o Arcanos Mayores y 56 menores, que a su vez están divididos en cuatro  especies o palos: oros, copas espadas y bastos. En el sentido que puede generar confusiones bastante difundidas, sobre todo entre quienes subscriben a tomarla taxativamente. 

Por citar algunos ejemplos, sería demasiado absurdo negar que Le Tarot de la Felicite no es un tarot tan solo por el hecho de no incluir arcanos menores, que el Tarot Osho Zen no constituye un tarot, solo porque decidió agregar una carta cuando no sustrajo ninguna de las mayores, o que el Tarot Egipcio de editorial Kier constituye un tarot, solo por no dividir en cuatro palos a los arcanos menores. 


Pero para ir cerrando, decir que mientras se mantenga la estructura arquetípica de los 22 arcanos mayores se puede mantener la denominación de la palabra tarot, es hablar de una estructura coincidente que, salvo El loco, que indistintamente puede aparecer tanto como Arcano 0 (cero) o 22, tiende a  mantener la siguiente sucesión:  I El Mago, II La Papisa o La Sacerdotisa, III La Emperatriz, IV El Emperador, V El Papa o El Sumo Sacerdote, VI Los Enamorados, VII El Carro, VIII La Justicia, IX El Ermitaño, X La Rueda de la Fortuna, XI a Fuerza, XII El Colgado, XIII La Muerte, XIV La Templanza, XV El Diablo, XVI La Torre (o la Casa de Dios),  XVII La Estrella, XVIII La Luna, XIX El Sol, XX El Juicio, XXI El Mundo y XXII El Loco.




[Tarot de la Felicite, Osho Zen, Egipcio de Editorial Kier y Rider Waite]
Y bienvenido siempre todo lo que agregue interpretaciones que incorporen matices, ya sean enriquecedores desde la construcción, o desde la discusión  siempre y cuando no intente monopolizar esta estructura tan compleja como simple, y tan a la vista que confunde a quienes intentan solo encontrar significados ocultos, y tan lleno de implicaciones que confunde a quienes solo se acercan desde una perspectiva meramente estética sin intención interpretativa, porque como bien dice Oscar Wilde, no en referencia al tarot pero que bien puede aplicarse:

Todo arte a la vez superficie y símbolo.

Quienes trascienden la superficie quedan expuestos a las consecuencias. 

Quienes penetran el símbolo quedan expuestos a las consecuencias.

El arte, en realidad, refleja al espectador y no a  la vida.

Las diversas interpretaciones sobre una obra de arte muestran que esa obra es nueva, compleja pero, sobre todo, que está viva. Cuando los críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo. 

Podemos perdonarle a un hombre que haga algo útil siempre y cuando no lo admire. La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla profundamente.

Todo arte es completamente inútil.

[Wilde Oscar, El   Retrato de Dorian Gray. Ed. Lea. 2014. Pág. 12]





[1] The first known document in which the term Tarochi appears in relation to card games, is an accounts register of the Este Court of the second semester 1505, in a note dated June 30th. Then it appears again in the same register on December 26th. Ross Caldwell has pointed out that the word tarochus, even if not referring to card games, was already used in the XV century, as he discovered in the Maccheronea (dedicated to Gaspare Visconti,† 1499), by the poet Bassano Mantovano, in which the term is used with the meaning of “idiot”.

Erat mecum mea socrus unde putana
Quod foret una sibi pensebat ille tarochus
Et cito ni solvam mihi menazare comenzat.

(My mother-in-law was with me, and this idiot thought he could get some money out of her, so he started threatening me). 


To this document should be added Giovan Giorgio Alione's Frotula de le dòne (Frottola of women), which we have identified, dated "toward 1494", which in the context of Charles VIII's descent into Italy, means the end of 1494 or a little later. In it the word Taroch appears with the meaning of "Foolish".





[2] atendiendo al particular enroque entre arcanos VII y XI, que se da en el mazo Rider Waite, y algunos de los mazos que se derivan de éste, ya que negar que constituye un tarot de este mazo por el intercambio de números sería una suerte de ejemplo absoluto de necedad.