Decir de tarot es, en principio, hacer referencia a una categoría
muy especial de juego de cartas. Es decir, un mazo de naipes, sí, pedacitos de
cartón, que pueden tener forma rectangular, circular, triangular, etc., con una
representación muy especifica de un lado, y del otro alguna figura no siempre específica y generalmente
repetida en cada una de las cartas, que suele llamarse reverso. Claramente para ver qué es un tarot y qué
no, la parte interesante es la primera [aunque también hay muchos reversos de los que se podría hablar mucho].
La diferencia entre un mazo de tarot y todo lo demás que tenga
forma de mazo de cartas es, como decía, una representación específica, que en
este caso particular ha dado en llamarse “Arcanos Mayores”, dejando implícita
la referencia que se da por simple
deducción: si hay mayores lo serán respecto a menores, lo que
de por sí ya origina una serie de descripciones o definiciones bastante
confusas, en el sentido de que no por ser “correctas” significa que sean del
todo ciertas.
Por ejemplo: La palabra «Tarot» usada en la actualidad en la
mayoría de los idiomas, es el término francés que denomina al «tarocco», juego
que –hasta donde sabemos– apareció por primera vez en el norte de Italia a principios del siglo
XV y que está compuesto por 78 cartas, formadas por 22 «triunfos» o Arcanos
Mayores y 56 menores, que a su vez están divididos en cuatro especies o palos: oros, copas espadas y
bastos [Waite Edith, El Tarot Universal de Waite, editorial Sirio, 2006, pág.
8].
Ejemplo que aun siendo el libro más a mano en mi biblioteca
en este momento, se muestra coincidente al común de las descripciones que
aparecen en los libros que suelen venir añadidos a los mazos de tarot
propiamente dicho que hacen referencia al término y lo que éste describe, a la
venta en librerías de hoy en día. Coincidente también a las definiciones que
más abundan surfeando la web, a veces intentando agregarle derivaciones míticas
originarias, con la que es sano discutir, porque como bien dice Victoria Mateo
“hasta prueba en contrario, el tarot fue inventado en Italia, más o menos en el
siglo XIV, de eso hay pruebas, de lo demás no”, añadiendo también más a menudo
de lo necesario la palabra “adivinación” o “sistema de predicción” con el que
también es sano discutir, ya circunscribe a todo aquel que se dedique a su
estudio y profesión dentro de la rama de la cartomancia, que ser un uso
bastante arraigado dentro de la práctica, no lo convierte en el único posible.
Razón por la cual se discute, de hecho, cada vez que al difundir, celebrar y compartir el día de
quienes se dedican al tarot, se puede entrever que todavía sigue habiendo quienes dicen “da del taromante”, que
como bien dice Liliana Cavallini es referencia
directa a la mancia, en vez del término “TAROTISTA” siendo que el sufijo –ISTA,
compartido con palabras como artista, para denominar la profesión, a diferencia
de la palabra que, como bien dice Liliana, somos defensores de cambiar “taromante”
(tan sectorial y cuyo significado real remite a “adivinación a través del
tarot”, para lo cual ya estaría “cartomante”) por el que describe más a los
cultores del tarot: tarotista.
[http://tarotmisteriosdevelados.blogspot.com.ar/2016/11/aniversario-del-dia-del-tarotista.html]
Diferenciación importante, aunque desdeñada por todos aquellos que todavía
niegan que palabras designan conceptos singulares y particulares, que las
arraigan a estructuras propias, y ya no sólo solamente dentro del submundo que circunscribe a los tarotistas en particular.
Y más allá de que sí se pueda ir rastreando las palabras que iban
antecediendo y dando origen a esta de la estamos hablando ahora –siendo mi
preferida el que la conecta con la palabra IDIOTA[1]–
el problema no está en la palabra en sí, sino en que una vez dado en denominar Tarot al juego este de
cartas, la denominación las partes que lo conforman tiende a ser menos
controversial y por lo tanto más necesaria su discusión.
Ya sea por uso común, o por necesidad de quienes esgrimen el
desdén a todo lo concerniente al uso de esta baraja como juego –mutilando de
esta manera la forma más directa de aprehender su contenido– se ha dado en
llamar a cada una de las láminas Arcano, que etimológicamente significa
secreto, misterio o que permanece cerrado y oculto, como si de por sí hubiese
algo misterioso, cerrado y oculto en cada una de sus laminas, cuando lo más
divertido del juego es que todo está sobre la mesa, para que cada uno juegue a
encontrar las asociaciones que responden a cada lamina en particular, ya sea
dentro de la convención que viene planteada desde su estudio, como dentro de la
interpretación propia que va a ir agregando matices a medida que se va
internalizando el contenido de las imágenes, cada vez que se ven en su
conjunto, jugando en distintas posiciones, atendiendo cada vez tanto cada detalle en particular, como en los significados que se van hilando al observar como ha quedado el conjunto esa tirada, de ese momento para otra vez volver a encontrar asociaciones nuevas y nuevos detalles no apreciados previamente, que siempre es para mí lo que hace al juego cada vez más
divertido e interesante.
Aunque la diferenciación, como se mencionaba arriba entre
arcanos mayores y menores puede
plantearse, desde una perspectiva más actual, en tanto juego, o una lucha
si se quiere, de poder, donde el victorioso es el mayor, o como también se los
puede llamar –aunque como termino circunscripto a esta baraja ha caído bastante
en desuso– los “triunfos”, que etimológicamente se refería a la condecoración
dada a los soldados romanos que volvieran victoriosos luego de matar cinco mil soldados enemigos, con lo que se
estaría dando cuenta todavía más de este juego o lucha, en el que la principal
condecoración que reciben los también llamados Arcanos Mayores es, desde la perspectiva más actual, lisa y
llanamente el haberse constituido como la condición sine qua non para que un
mazo de cartas pueda llamarse y ser considerado tarot.
Con esto quiero decir que si, y solo si, un mazo de cartas contiene
a los denominados Arcanos Mayores, éste podrá ser considerado Tarot. De los
infinitos mazos de cartas habidos, incluidos los generados para
exclusivo uso oracular, solo aquellos que tengan la estructura que contenga los
22 arcanos mayores, podrá ser denominado Tarot.
Donde, a su misma vez, lo importante de estos 22 arcanos, es
la estructura específica que les da forma, pudiendo cambiar el nombre, o en algunos casos específicos incluso la numeración[2], pudiendo cambiar algún detalle en sus asociaciones
simbólicas, conforme vayan siendo añadidas según la raigambre sociocultural e interpretación particular de cada autor,
pudiendo cambiar el color, la forma o incluso los personajes, pudiendo
cambiar casi todo EXCEPTO la estructura arquetípica de cada uno de ellos.
De hecho, si por alguna razón particular se quiere dividir
el mazo de 78 cartas que mencionaba la cita del principio entre arcanos mayores
y menores, los mayores en su conjunto y por sí mismos podrían seguir siendo
denominados Tarot, en cambio los menores no, porque lisa y llanamente sin
arcanos mayores no existe el Tarot, en cambio sin arcanos menores sí.
De ahí que la cita que nombraba en el principio, no por
“correcta” quiere decir que sea del todo cierta, ya que asume que el tarot está compuesto por 78 cartas, formadas por
22 «triunfos» o Arcanos Mayores y 56 menores, que a su vez están divididos en
cuatro especies o palos: oros, copas
espadas y bastos. En el sentido que puede generar confusiones bastante
difundidas, sobre todo entre quienes subscriben a tomarla taxativamente.
Por
citar algunos ejemplos, sería demasiado absurdo negar que Le Tarot de la
Felicite no es un tarot tan solo por el hecho de no incluir arcanos menores, que
el Tarot Osho Zen no constituye un tarot, solo porque decidió agregar una carta
cuando no sustrajo ninguna de las mayores, o que el Tarot Egipcio
de editorial Kier constituye un tarot, solo por no dividir en cuatro palos a
los arcanos menores.
Pero para ir cerrando, decir que mientras se mantenga la
estructura arquetípica de los 22 arcanos mayores se puede mantener la
denominación de la palabra tarot, es hablar de una estructura coincidente que,
salvo El loco, que indistintamente puede aparecer tanto como Arcano 0 (cero) o
22, tiende a mantener la siguiente sucesión: I El Mago, II La Papisa o La Sacerdotisa, III
La Emperatriz, IV El Emperador, V El Papa o El Sumo Sacerdote, VI Los Enamorados,
VII El Carro, VIII La Justicia, IX El Ermitaño, X La Rueda de la Fortuna, XI a
Fuerza, XII El Colgado, XIII La Muerte, XIV La Templanza, XV El Diablo, XVI La
Torre (o la Casa de Dios), XVII La
Estrella, XVIII La Luna, XIX El Sol, XX El Juicio, XXI El Mundo y XXII El Loco.
[Tarot de la Felicite, Osho Zen, Egipcio de Editorial Kier y Rider Waite] |
Y bienvenido siempre todo lo que agregue interpretaciones que
incorporen matices, ya sean enriquecedores desde la construcción, o desde la
discusión siempre y cuando no intente monopolizar
esta estructura tan compleja como simple, y tan a la vista que confunde a
quienes intentan solo encontrar significados ocultos, y tan lleno de
implicaciones que confunde a quienes solo se acercan desde una perspectiva
meramente estética sin intención interpretativa, porque como bien dice Oscar
Wilde, no en referencia al tarot pero que bien puede aplicarse:
Todo arte a la vez superficie y símbolo.
Quienes trascienden la superficie quedan expuestos a las
consecuencias.
Quienes penetran el símbolo quedan expuestos a las consecuencias.
El arte, en realidad, refleja al espectador y no a la vida.
Las diversas interpretaciones sobre una obra de arte muestran que
esa obra es nueva, compleja pero, sobre todo, que está viva. Cuando los
críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo.
Podemos perdonarle a un hombre que haga algo útil siempre y cuando
no lo admire. La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla
profundamente.
Todo arte es completamente inútil.
[Wilde Oscar, El Retrato
de Dorian Gray. Ed. Lea. 2014. Pág. 12]
[1] The first known document in
which the term Tarochi appears
in relation to card games, is an accounts register of the Este Court of the
second semester 1505, in a note dated June 30th. Then it appears
again in the same register on December 26th. Ross Caldwell has
pointed out that the word tarochus,
even if not referring to card games, was already used in the XV century, as he
discovered in the Maccheronea (dedicated
to Gaspare Visconti,† 1499), by the poet Bassano Mantovano, in which the term
is used with the meaning of “idiot”.
Erat mecum mea socrus unde putana
Quod foret una sibi pensebat ille tarochus
Et cito ni solvam mihi menazare comenzat.
(My mother-in-law was with me, and this idiot thought he could get some money out of her, so he started threatening me).
To this document should be added Giovan Giorgio Alione's Frotula de le dòne (Frottola of women), which we have identified, dated "toward 1494", which in the context of Charles VIII's descent into Italy, means the end of 1494 or a little later. In it the word Taroch appears with the meaning of "Foolish".
[2] atendiendo al particular enroque entre arcanos VII y XI, que se da en
el mazo Rider Waite, y algunos de los mazos que se derivan de éste, ya que
negar que constituye un tarot de este mazo por el intercambio de números sería
una suerte de ejemplo absoluto de necedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario